segunda-feira, 1 de abril de 2013

CONSTRUCCIÓN DEL LABERINTO Y UNIÓN A LA RED GLOBAL



(Como construir una instalación artística que sirva como instrumento de reflexión sobre el sentido esencial de la propia vida)      

“Esta instalación artística en forma de laberinto-dijo el Guardián- que puede convertirse perfectamente en una huerta o jardín adornado con esculturas y cursos de agua, debería servirte para reconsiderar las etapas anteriores de tu camino vital en las cuales reuniste poder y merecimiento para ir en busca de un objetivo... y para meditar sobre por qué lo conseguiste o no lo conseguiste, a fin de que puedas ver con claridad cuáles son las maneras de proceder, dentro de tu propia forma de actuar, que te conducen al éxito o al fracaso... o, siendo más concreto, por donde es que se vacía tu fuerza, cuando más la necesitas usar”.
   

- INICIACIÓN AL LABERINTO



      El laberinto personalizado del Guardián era un sendero para un solo caminante cubierto de blancas piedrecillas redondeadas de litoral, que espiralaba entre estrechos macizos de tierra negra y fértil, contenidos por un borde de piedras,  sobre los que se habían plantado lechugas, cebollinas, zanahorias, coles, brócoli, perejil… alternados con margaritas amarillas y blancas, rosas, claveles, geranios y otras flores locales de pequeño porte.

 Tenía un aspecto de agradable jardín, sobre un terreno a dos alturas, con algunas rocas caprichosamente horadadas por el mar decorando los lugares de contorneo de las espirales en cada voluta, y algo así como una escultura rústica, hecha de madera de deriva puesta sobre una base de piedras grandes en el centro, situado entre la parte más alta y la más baja de la pendiente.

     -El laberinto es un sendero de reflexión y de meditación sobre las etapas de la vida...  Está dividido en ciento diez estaciones que estos glifos definen -explicó el Guardián, señalando unas grafías que había trazado con cal blanca sobre una larga línea de piedras levantadas a cada tanto, junto al blanco sendero de grava.

     -Las diez primeras estaciones muestran las fuerzas esenciales con las que nacemos y que nos acompañan siempre. Mi instructor las llamaba “Los Perpetuos Esenciales”. Se entra en el Sendero por la Estación 5, “El Hijo”, que es cada uno o cada una de nosotros, los caminantes, los Hijos de la Vida cuya misión es recorrer Sus caminos.

     -Hay veinte estaciones que muestran nuestras emociones más bajas, aquellas que aún arrastramos en la memoria del alma, procedentes de vidas anteriores o de nuestro pasado de ésta. Jaun las llamaba “Las Caras o Faces del Ego”. Son las Sombras de 20 de las Estaciones Mayores.

     -El resto de estaciones, las noventa que completan el total de ciento diez, ya representan nuestro verdadero camino de aprendizaje personal en el sendero de nuestra vida, propiamente dicho. A lo largo de ocho Etapas o cursos de la vida, tenemos que ir puliendo aquellas brutas piedras de nuestra emocionalidad retrógrada, hasta acabar por convertir nuestros deseos ignorantes, imposibles de satisfacer, en voluntad desapegada, constante, activa y constructiva de alcanzar comprensión y sabiduría.

     A medida que vamos consiguiendo esa comprensión, a lo largo de un camino que va desde la estación Potencialidad hasta la estación Deleite, aumenta nuestra consciencia sobre el camino vital recorrido y se nos hace claro lo que está faltando para coronar de manera positiva nuestra encarnación, lo cual nos permitiría abrirnos al siguiente escalón evolutivo y pasar de esta dimensión a otra algo más iluminada.- 

- LAS ESTACIONES DEL LABERINTO

Efectivamente, a partir del siguiente día, EL Artista fue iniciado en el conocimiento del Camino Evolutivo, conocimiento en el que progresó rápidamente, ya que las enseñanzas y experiencias por las que pasara en su anterior camino vital, lo habían preparado perfectamente para que el Laberinto no tuviese que hacer otro papel que el del reciclado de las vivencias de una intensa vida, a fin de extraer su significado general y su aprendizaje.

     -En verdad, no sabría como iniciar en el conocimiento del Laberinto a nadie que me llegase en blanco –había dicho el Guardián-, lo único que yo puedo hacer es reconocer a alguien que ya trae un largo camino hecho y facilitarle que el conocimiento que extrajo de su vivencia se adecúe a este molde de síntesis.

     Desde que desarrolló el uso de imaginación y de razón –explicó el viejo-, el ser humano inventó todo tipo de dioses para explicarse el mundo, pero lo único que sigue tenido claro, hoy en día y siempre, es su inmensa ignorancia ante la infinitud del Misterio del Universo, Misterio que es el motor que le impulsa a seguir haciéndose preguntas, especular, buscar y, en suma, evolucionar. Estamos compuestos, en nuestra estructura mental primaria, por una serie de elementos básicos, que mi instructor llamaba los Perpetuos Esenciales. El más vasto de ellos es el Misterio, que ocupa la mayor parte de nuestra mente.

      Sobre el fondo espacial del Misterio –siguió instruyendo- surgen, como los planetas luminosos más próximos que lo pueblan, nuestras tres primeras identificaciones: hay en el origen de todos nosotros un Padre y una Madre, y siempre estarán en nuestro interior, en el de los hombres o mujeres que somos el Hijo.

      Nuestros padres dieron a lo que somos un vehículo contenedor formado por cuatro elementos: intelecto, emoción, energía vital y estructura física. Con todo eso tenemos que hacer el largo Camino que va de la Potencialidad a la Maestría, a través de la Religación con el Ser que Somos, la Seidad..

     Otros dos arquetipos fundamentales completan a los ocho primeros: el Guardián del Umbral, el ego, que siempre está filtrando, traduciendo e interpretando lo que nos llega del Misterio a la consciencia, y la Sombra de la Luz, esto es, la limitación, la necesidad, la preocupación, el miedo a lo desconocido, que es nuestro reto.

     Cuando comenzamos a caminar sobre el Laberinto de la Vida descubrimos que no vinimos en blanco, sino que a cada uno de nosotros arrasta, de anteriores manifestaciones de nuestra alma sobre este plano, un montón de autoimportancia, las caras del ego, cada una poseída por sus propios deseos ignorantes, que tenemos que aprender a transmutar, para que lo más auténtico en nosotros mismos pueda ascender hasta lo alto de nuestro cielo mental y brillar allí como brilla el sol cuando no hay nubes.

     Ese aprendizaje se va haciendo a través de las etapas y estaciones del Camino mismo, que es una elección vital con varios cursos, los cuales son grados escalonados de pulimiento y entendimiento. Cuando se llega, por fin, a la Maestría,  tu amor te convierte en un Ayudador. Sólo entonces es posible que tu elevado amor, iluminado por tu sabiduría aprendida y ligado con la fuente de todo poder, sea capaz de alumbrar un segundo nacimiento para ti mismo o para otros.-

Ya en su cabaña, el Guardián le hizo anotar y dibujar lo que recordaba de su primer paseo reflexivo, encargándole que meditase sobre ello, siempre refiriéndose a las fuerzas que integraban su personalidad y a las experiencias de los ciclos ya vividos de su vida.


Después de la siesta, le entregó un laberinto que había modelado en barro fresco de dos colores sobre una tablilla, tan pequeño que se podía cubrir con las dos manos extendidas. Uno de los colores dibujaba exclusivamente el sendero, que ascendía o bajaba entre una colina y un valle.

     -Ésto es una maqueta de un laberinto genérico -explicó-, pero tú lo vas a personalizar, lo vas a convertir en “tu laberinto”. Para eso, irás añadiéndole o quitándole barro a los bordes de su sendero, para crear las alturas y bajadas del camino emocional de tu vida, a lo largo de ciclos de siete años. Las alturas vendrán marcadas por la intensidad con que viviste los períodos más significativos de cada ciclo, ya fuesen de placer o de lucha.

     Las bajadas marcan los momentos de rutina, de estancamiento, de crisis, oscuros, tortuosos, aburridos, dormidos, vacíos, planos, aunque preparatorios de las subidas que vendrán después. Esta construcción es un ejercicio de meditación creativa, para que lo hagas hasta cuando estás aquí en casa, junto al fuego, por la noche... según vas dando forma en el barro a cada período de tu vida, deberás reciclar en tu cabeza cada importante aprendizaje que extrajiste de él. De mañana, cuando estés en tu jardín-laberinto, pasarás a él todo cuanto has cavilado sobre la maqueta.-



Á partir del segundo día y durante muchos otros, eL Artista, azada en mano, desbravó el terreno, lo niveló lo mejor posible -aunque una voluta del ocho quedó más alta que la otra a causa de su configuración- orientó Norte-Sur el eje de las líneas iniciales del laberinto y trazó los senderos espirales con la ayuda del Guardián.


El viejo había aprendido de su maestro, el Arquitecto, ciertas fórmulas para lograr desarrollos geométricos en los que cada parte tenía una perfecta relación con el todo del conjunto -“Hagamos que el sendero se ajuste al paso del caminante” –le había comentado el arquitecto. Hizo que el Artista diese un paso largo y marcó en el suelo los dos puntos entre el talón del pie que quedaba atrás y la punta de los dedos del que avanzaba.



      -Estas serán las proporciones de tu laberinto personal: Vamos a cortar una vara recta con la medida de cuatro pasos tuyos. Llamaremos a esa vara tu “labo” personalizado, el labo nos dará la medida del radio de cada una de las dos volutas del ocho.

    Comenzaremos  clavando sobre el extremo sur o extremo este del terreno una estaca a la que atamos una cuerda que extendemos quince pasos, hasta fijarla en otra estaca, en el otro extremo, que puede ser norte, oeste o variaciones entre ambos. Hemos obtenido el eje del ocho.

     Desde ambos extremos, marca con el labo el centro de cada voluta y clava otras dos estacas, desde cada una de ellas, ata la cuerda y traza el contorno de ambas volutas, que tendrán un labo de radio.

     Usando como compás una cuerda de cualquier medida que sea superior al radio, atada a cada uno de ambos extremos del diámetro de cada voluta, obtenemos, donde se cruzan ambas curvas, el otro palo de la cruz que parte la voluta en cuatro porciones.

      Cada vía espiral tendrá el ancho de un cuarto de labo, es decir, de un paso largo tuyo. El resto es seguir este dibujo. Máximo de atención en el área donde se interpenetran las dos volutas, a unos 7 pasos y medio de cada extremo, donde quedará el centro del laberinto.-

Una vez bien trazados los contornos, el Artista acumuló sobre ellos la tierra fértil, dejando entre los macizos  un ancho de medio paso para los senderos. Luego fue cubriendo los senderos con innumerables pequeños cantos rodados blancos que traía a hombros desde la playa en capachos y puso límites a los bordes con piedras planas mayores, cuidando de dejar canalillos para desaguar el agua de la lluvia.

Al mismo tiempo fue aireando y ablandando los terrones de los macizos de plantío que iban a ambos lados de cada espiral del sendero y los abonó bien.


En cuanto se recogían en la cabaña, El Artista tenía a la vista todo el tiempo el laberinto-maqueta, y lo iba modificando y perfeccionando en cuanto dejaba de hacer otras actividades, cuando se hallaba ante el fuego  o poco antes de marcharse a dormir.

Sin casi darse cuenta le fue dando a aquel laberinto tridimensional la forma de una matrona envuelta en los pliegues de un manto y reclinada.  



Más tarde llegó el momento de ir situando al borde interior del sendero, las piedras mayores escogidas para marcar las 110 estaciones en una sucesión de 50 dobles, ya que cada Estación tenía enfrente, un paso más allá, otra Estación que era su Sombra, Complemento o Consecuencia, dejando distancias semejantes entre cada una y destacando con piedras más bellas y de mayor tamaño los 24 Glifos Mayores, tal como se hallaban destacados en el Laberinto Genérico de los Antiguos en el arranque del Cabo del Fin del mundo.

Resultó que la estación cero era la misma que la ciento diez, pues el sendero terminaba por el mismo lugar por donde comenzaba o recomenzaba, era un “Uroboros”, como llamaban los griegos al símbolo infinito de la serpiente que se mordía la propia cola, con certeza el mismo que dio origen al número ocho.

Luego el Guardián le enseñó a pintar, con cal coloreada de pigmentos verdes u ocres mezclados con un fijador de clara de huevo, los glifos o signos estilizados que correspondían al significado de cada estación, los mismos que se veían en los grabados de las piedras del laberinto ancestral, algunos ya muy erosionados.

Tras eso, le avisó muy claramente que allí se acababan todos los datos y pistas que los Antiguos habían dejado, y que, en adelante, no tenía más remedio que ser creativo si quería seguir progresando y comprendiendo.

Cuando el Artista preguntó sobre las reglas para recorrer el Laberinto, el viejo dijo que tampoco los Antiguos habían dejado instrucción alguna, de lo que se podía colegir que cada caminante tendría que inventarse su propio rumbo, ritmo y manera de caminar, igual que ocurría en el Camino de la Vida.


Dejó que pasasen tres días sin dar nuevas informaciones, a ver si a el Artista se le ocurría algo original, pero no hubo progreso alguno, sino una mayor confusión. Entonces le preguntó si quería que le proporcionase los nombres que había dado el Arquitecto a cada estación, de acuerdo con su interpretación personal del recorrido dibujístico de cada glifo. “Cada signo, para mí, es el desplazamiento de un punto de energía de comprensión humana” –había dicho su instructor al Guardián-, “es como una danza de una figura simple, que dibuja en un gesto su significado”.

El Artista aceptó y encontró muy lógicas, y al mismo tiempo muy intuitivas, las denominaciones que el arquitecto había dado a las figuras básicas que formaba cada signo. Para memorizarlas, las fue escribiendo al lado de cada uno de los glifos, que dibujó sobre el reverso de una piel de vaca curtida que hacía de alfombra en la cabaña del viejo, quien le animó entonces a fijarla sobre la pared, para que mejor pudiese estudiar sobre ella.

      -Ahora, cada caminante del laberinto de la vida tiene que pensar sobre todos y cada uno de los conceptos que estos ciento diez nombres designan y, si sabe hacerlo, escribirlos e ir mejorando lo escrito poco a poco, intentando ser breve, profundo y sintético –explicó el viejo-. Naturalmente, lo que escriba dependerá de la filosofía personal de la vida que desarrolló durante su caminada.

     -…Entonces- caviló el Artista al oír aquello-, supongo que cada reciclaje del conocimiento adquirido por una persona será diferente que el de otras personas descubran sobre sus propias interpretaciones, aunque puedan coincidir en algunas cosas.

     -Así es –respondió el Guardián-, y esa es la gracia de este juego. Los Antiguos crearon un sendero básico que todo el mundo puede caminar, pero lo que cada caminante va cultivando o construyendo a lo largo de él es original, creativo, único, personal y, en lo más hondo, intransferible, igual que el camino de vida de cada uno y la sabiduría que adviene de recorrerlo.

     …Es decir que este reciclaje para repasar, comprender y tomar consciencia de lo que has aprendido en tu vida, te sirve, de verdad,   a ti mismo solamente… aunque dentro de poco podremos comenzar a comer juntos las verduras de la huerta que cultivaste mientras elucubrabas… ¡Que es lo que tiene verdadero valor y utilidad para los demás! - rió con ironíael guardián del Laberinto.

Desde el día siguiente, con una pluma de gallo afilada y tinta hecha con negro de hollín y el mismo fijador, EL Artista fue poco a poco escribiendo notas en su idioma sobre hojas secas, y las iba colando con resina de pino junto a cada glifo, cambiándolas por otras cuando conceptos más adecuados iban llegando a su comprensión



A pesar de su aburrimiento con las analogías, Su comprensión fue aumentando al mismo tiempo que crecían y se multiplicaban las hojas de las plantas en los macizos entre senderos. El Artista hasta llegó a gozar mucho de aquel maravilloso doble o triple desarrollo, hoja por hoja, en la huerta, la piel de vaca y su cabeza, regada con agua de poder, y se iba haciendo, poco a poco, un jardinero bastante bueno, a medida que iba aumentando su compenetración con los elementos.


Ahora bien, lo que supuso un gran salto hacia adelante, fue la madrugada en que se levantó mucho antes del alba, encendió una vela y se quedó canturreando bajito mientras seguía con el índice el dibujo de cada uno de los glifos de la piel clavada en la pared, para gran sorpresa del Guardián, cuando se despertó.

Aquella mañana el Artista decidió sustituir su conceptuación lógica por la conceptuación musical que el fluir de cada signo le sugería. Eso le hizo ir cambiando gradualmente casi todas las hojitas escritas, así como las elevaciones o descensos del sendero espiral en el laberinto-maqueta, cada vez menos plano y más tridimensional, a medida que iba surgiendo de su lira o de su flauta una composición que tituló “Estelas del Laberinto”, música que iba entusiasmando a su anfitrión a cada día que la escuchaba perfeccionarse. El viejo también tenía una flauta y todas las noches acompañaba con alegría a su huésped, tocando ambos un buen rato ante la hoguera.

La investigación musical de el Artista floreció al tiempo que la mayoría de las flores de la huerta laberíntica y el Guardián le animaba diciéndole que su reflexión superaba muchísimo en creatividad a la que él había hecho por su cuenta en el pasado. Cuando vio que su alumno iba por su cuenta bien más allá de lo esperado, comenzó a compartir algunos de aquellos descubrimientos personales suyos que coincidían en lo esencial con los de él.

Expondremos a continuación los textos finales que el Artista acabó asignando a cada estación con un esfuerzo de síntesis. Están resaltados los Glifos Mayores con un mayor tamaño y grosor de texto. Los Glifos Mayores son 24 inscripciones grandes de granito, muy desgastado por el paso de los milenios, considerados los más antiguos del Laberinto Genérico Ancestral.

Cuando escribía, el Artista estaba convencido que, mejor que dar explicaciones demasiado concretas, cada texto tenía que ser tan ampliamente sugerente como el título o la estrofa de una canción, a fin de permitir que cada caminante del laberinto entrase en la sugerencia y danzase libremente con ella, volando sobre las alas de su propia imaginación y creatividad.

CLICK A LOS TEXTOS DE LAS ESTACIONES DEL LABERINTO EVOLUTIVO

En esta página se podrán ver los nombres de las 110 Estaciones del Laberinto Global, y los textos que definen cada una, así como las Areas Continentales donde se reparten. 

     C
omo se trata de un laberinto, el orden dentro de cada área específica no será líneal, sino que corresponderá a la elección de las primeras personas o instituciones que se comprometan a crear una Instalación Local Doble trabajando el carácter de la Estación que escogieron entre las disponibles en cada momento. Los últimos en comprometerse tendrán que quedarse con lo restante. 

     Quién se comprometa, y no tenga su estructura básica construida antes de 6 meses después del comprometimento, perderá su derecho a esa Estación Doble, que será entregada a la primera persona o institución de la lista de espera que la solicite y construya. 

En Marzo de 2013 iniciamos la divulgación del proyecto y ya tenemos las tres primeras Estaciones reservadas en el área brasileña del Sur de América: una en el Sur-oeste de la Amazônia "EL MISTERIO-LA SOMBRA DE LA LUZ "y dos en la Sierra de la Mantiqueira, en el estado de Minas Gerais. "LA MADRE-EL AGUA", y "EL HIJO-EL AIRE", que construye el autor del proyecto. Quedan todas las demás, por ahora, a la disposición de quien se interese. 

COMO CREAR UN LABERINTO PERSONALIZADO EN SU TERRENO Y CONVERTIRLO EN UNA INSTALACIÓN LOCAL DOBLE, UNIDA EN RED CON LAS OTRAS 54 DEL LABERINTO GLOBAL: 

Lo primero, nos escriba (brasiverso@gmail.com), diciendo su nombre, donde vive, quién es usted, sus compañeros, como interpretó lo que leyó sobre el proyecto, como es el terreno de que dispone, si está dispuesto a abrirlo a la visitación y a la inter-acción y transformación libre por parte de otros creadores, como piensan regir o hacer sustentable su Instalación Doble, si cuentan con parceros que se comprometan a ocuparse de la segunda Estación. o si tienen alguna otra especial idea o sugerencia que ofrecer, etc, etc. 

Después de eso, contactaremos con usted por email. 
Repartiremos entre las personas que se vayan comprometiendo a participar, por el mismo orden en que contacten, las 55 Instalaciones Dobles del Sendero Global (la Estación Cero y a 110 son la misma), a lo largo de los 6 espacios o áreas continentales a continuación: